miércoles, 23 de enero de 2013
sábado, 19 de enero de 2013
QUE ES EL HOMBRE?
¿QUE ES EL HOMBRE?
Hebreos 2:1–9
Esta pregunta con su correspondiente respuesta se halla cuatro veces las
cuales vamos a estudiar en esta mañana
El Materialista dice: “El hombre es producto casual, una fuerza ciega.”
La Ciencia expresa: “el hombre es animal sin plumas con dos patas” (Sócrates).
Pero Dios dice: (Génesis 1:26). Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las
aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se
arrastra sobre la tierra.
I. CORONADO DE GLORIA Sal.
8:4-8.
Con atributos de realeza “coronado de gloria y honra”. (v. 7).
Como rey en su palacio, goza de todo, tan agradable y hermoso.
Como sacerdote, caminando libremente en presencia de Dios.
II. SE HIZO PECADOR Job
7:17-20.
La corona del hombre rodó. En vez de seguir la palabra de Dios siguió la
del Diablo.
Por eso Dios le visita en las mañanas v. 18
Su alma quedó ciega para entender la grandeza de Dios. (2 Corintios
4:4).
Espíritu cautivo de impías influencias: “muertos en delitos …”
(Colosenses 2:13-14)
III. VANIDAD Y SOMBRA QUE PASA Salmo
144:3-4
Hace seis mil años que el hombre busca a Dios por sus propios medios y
no lo encuentra.
Para el hombre que procura salir de los muertos, Dios ha provisto. (v.
3).
Quiere volver a ser rey en sus fuerzas, (Isaías 64:6)
Quiere ser sacerdote por las religiones, (2 Pedro 2:12-22)
Quiere ser profeta, todo lo pretende saber. (1 Juan 4:1)
IV. EL HOMBRE NUEVO (vv.
6-9)
Pilato dijo: “he aquí el hombre”; es el Hijo amado, el Verbo hecho
carne.
Es REY, así nació.
Es SACERDOTE, no hay otro mediador. (Hechos 4:12)v (1 Timoteo 2:5)
Es PROFETA, así fue en la tierra. Sacerdote celestial. Rey venidero.
¡Maravilla! El tan rico, yo pobre, yo, al fin, soy rico. (2 Corintios
8:9).
Un Matrimonio leyendo la Biblia primero dijeron: cuando fueron
descubiertos sus pecados “Estamos
equivocados”; otro día encontraron que para el pecador solo hay condenación:
“Estamos perdidos”; y al fin cuando
descubrieron en la palabra que Cristo murió por ellos dijeron: “Estamos salvados.”
jueves, 17 de enero de 2013
EL TIEMPO DEL FIN
EL TIEMPO DEL FIN
Se refiere a los sucesos que se desarrollarán en la tierra DESPUÉS del rapto de la iglesia. Esto abarcará un tiempo definido en la Biblia por siete años, período en el cual se levantará el Anticristo (el dictador mundial) ofreciendo una falsa paz que durará tres años y medio. En la segunda mitad de esos siete años del reinado del Anticristo, durante ese nuevo orden mundial que se establecerá en toda la tierra caerán todos los juicios establecidos por Dios.
Ap.11: 2 “cuarenta y dos meses” (tres años y medio).
Ap.11: 3 “1.260 días” (Tres años y medio, considerando
el año profético de 360 días).
Ap.13: 5 “Se le dio boca que hablaba grandes cosas y
blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses”.
Ese tiempo de la Gran
Tribulación de siete años finaliza con la Guerra del Armagedón (en el valle de
Meguido en Israel, (Zc.12: 11). Y en
ese momento el Señor vendrá hasta la tierra (Mt.24: 27) “como el relámpago que sale del oriente y se muestra
hasta el occidente”, entonces “todo ojo le verá” (Ap.1:7). Con gloria y gran poder, pondrá sus pies sobre el monte
de los Olivos (Zc.14: 4).
Para el tiempo que el
Señor venga a buscar Su iglesia, no existe ninguna señal previa que deba
cumplirse. Todas las señales que mencionan las profecías bíblicas, se refieren
para cuando el Señor ponga sus pies aquí en la tierra y establezca su reino por
mil años con la nación de Israel.
Por tanto, si Ud.
está esperando ver algo especial para acercarse al Señor, simplemente está
malgastando un tiempo precioso, porque puede venir hoy, y solamente los que se
han convertido de corazón irán con Él. Todos los que se queden, incluyendo a
los muchos “cristianos nominales” que llenan las iglesias en el día de hoy,
quedarán acá.
Seguramente que
clamarán con mucha desesperación, porque comprenderán mejor que los otros
inconversos, que la puerta de la salvación se les habrá cerrado. (Mt.25: 10-12) “vino el esposo; y las
que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después
vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, Señor ábrenos! Mas él,
respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco”.
Inclusive grandes
predicadores, profetas y aquellos que participaron en grandes cruzadas de
milagros escucharán lo mismo: (Mt.7:
22-23) “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí, apartaos de mí, hacedores
de maldad”.
Es un tiempo muy
solemne e importante que Ud. está malgastando si aún no le ha recibido en su
corazón. Como decía, las señales para el tiempo del fin que menciona la Biblia,
son únicamente para cuando el Señor venga hasta la tierra y ponga sus pies en
el monte de los Olivos, para entrar en trato una vez más con la nación de
Israel.
Muchas veces en las
Sagradas Escrituras se refiere a Israel como “la higuera”. Y en relación a
esto, hace uno de los anuncios más increíbles, que esa higuera (Israel),
después de un destierro de casi dos mil años, después de haber experimentado el
odio más brutal en manos de la Roma imperial, de las cruzadas de la Edad Media,
de las hogueras de la “Santa Inquisición”, de los crematorios Nazis. Dios
cumple su promesa el 14 de Mayo de 1948 y la “higuera” es plantada nuevamente
en la tierra que Dios escogió para ellos.
Es bueno recordar
también que la historia nos cuenta que después de los horrores de la 2ª guerra
mundial, Inglaterra ofreció a los judíos territorios de sus colonias en África,
específicamente en lo que hoy es Uganda, para que Israel formara allí su
nación, pero ellos aún siendo literalmente “huesos secos” que venían de los
campos de concentración, rechazaron esa generosa oferta, porque confiaban en las
promesas de Dios.
Y la higuera fue
plantada nuevamente en la tierra escogida por Dios. Fue como dice el profeta
Ezequiel en el cap. 37 “un valle lleno de huesos secos. Así ha dicho Jehová el
Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y
viviréis…hubo un ruido y un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con
hueso. Y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por
encima de ellos; pero no había en ellos espíritu”.
Los huesos secos ya
se han juntado, tienen tendones, músculos y piel, pero aún no tienen el
espíritu de Dios. Israel se ha juntado como una nación, ha sobrevivido al odio
de sus vecinos árabes, tiene músculos suficientes para detener las envestidas
que ha debido enfrentar en varias guerras, pero aún no tiene el espíritu que
Dios les entregará cuando el Señor ponga sus pies sobre la tierra.
¿Ud. quiere ver una
señal? Mire hacia la tierra prometida y observe esa higuera que el Señor ha
vuelto a plantar. (Mt.24: 32) “De la
higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las
hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis
todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo,
que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”.
“Esta generación”, la
que sea testigo de estos acontecimientos que han asombrado al mundo entero.
Nosotros somos la última generación. Amén, sí, ven, Señor Jesús.
domingo, 6 de enero de 2013
ORAR
BAJO CIELOS ABIERTOS
En el libro de Isaías encontramos una
de las oraciones de intercesión más extraordinarias de la Biblia, cuando el
profeta clama a Dios con estas palabras: “¡Si rasgaras los cielos y
descendieras y ante tu presencia se derritieran los montes como fuego abrasador
de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas! Así harías notorio tu nombre a
tus enemigos y las naciones temblarían ante tu presencia!” (Isaías 64:1-2).
Isaías clamaba a Dios para que abriera
los cielos y se revelara a sí mismo al mundo para que el mundo le viera tal y
como Isaías le había visto. Sus palabras están llenas de pasión.
Dentro del corazón de cada persona que
desea conocer a Dios de forma personal y encontrarse con él, hay un anhelo
profundo. Este anhelo que impregna las palabras del profeta también reside en
lo más profundo de nuestro ser y no hace nada más que reflejar el hecho de que
el hombre fue, en su principio, creado en la imagen de Dios y con la capacidad
de conocerle y experimentarlo personalmente.
El hombre que fue diseñado para vivir
una relación estrecha y directa con Dios, de repente fue separado de Aquél con
quien estaba destinado a caminar en perfecta armonía durante toda la eternidad.
Por causa del pecado de Adán se levantó una barrera que divide los dos mundos,
el natural y el sobrenatural, separando el mundo físico de la humanidad caída
de las regiones espirituales llenas de la plenitud de la presencia, del poder y
de las bendiciones de Dios.
Yo creo que cuando Isaías pronunció
estas palabras en su oración pidiendo a Dios “si rasgaras los cielos y
descendieras”, el profeta estaba recordando una experiencia que tuvo mucho
antes y que encontramos en Isaías 6:1-8.
En esta ocasión, Isaías había sido trasladado al cielo y había recibido el
encargo y la unción para su vida y ministerio profético. Él lo cuenta con estas
palabras: “El año en que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un
trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.” (Isaías 6:1).
En los siguientes versículos, Isaías
relata cómo se encontró en la presencia de Dios. Habla de seres angélicos que
rodean el trono clamando “¡Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos! ¡Toda
la tierra está llena de su gloria!” (Isaías
6:3). Nos habla de la manifestación visible de la gloria de Dios. Relata
cómo, de repente y de forma sobrecogedora, estando en la presencia de la
santidad de Dios, se dio cuenta de su pecado. Pensaba que seguramente moriría
en este lugar tan santo donde de repente se encontraba. Pero fue en ese mismo lugar
donde encontró gracia y su pecado fue expiado con fuego santo. Fue también en
este lugar donde su vida y destino cambiaron para siempre. Nunca sería el
mismo.
Prestemos atención a lo que los
ángeles clamaban. No decían “los cielos están llenos de su gloria”, sino “la
tierra está llena de su gloria”. Esta fue una revelación profética de un tiempo
que aún estaba por venir y del que nos dice la Biblia: “Porque la tierra se
llenará del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Habacuc 2:14).
Cuando Isaías pidió que Dios rasgara
los cielos y descendiera a la tierra, le estaba pidiendo cumplir con la promesa
profética que había recibido en una visión muchos años antes. Lo que estaba
diciendo en realidad era “Dios, si la tierra debe estar llena de tu gloria, es
necesario que rasgues los cielos y bajes a la tierra”. Isaías se dio cuenta de
que era necesario que Dios rasgase los cielos para hacer realidad su propósito
con este mundo.
Jesús dijo de sí mismo que era más que
un profeta o un rabino, más que un salvador político y más que un rey. Dijo que
era un puente entre la tierra y el cielo, una conexión entre Dios y el hombre,
la puerta que Dios abrió en el mundo para darnos acceso directo a los lugares
celestiales.
Se contesta la oración de Isaías
Muchas personas siguen orando la
oración de Isaías para que Dios abra los cielos y baje a la tierra. Claman con
tono deprimido como un mendigo pidiendo por unas migas de pan. Pero amigos, la
buena noticia es que la oración de Isaías fue contestada hace ya 2.000 años.
Dios verdaderamente rasgó los cielos y bajó a la tierra en la persona de Jesús.
¿Existe acto más dramático que el efectuado en la cruz del Calvario? Ese día la
tierra se abrió, la cortina del templo fue rasgada en dos de arriba abajo, y el
precioso cuerpo de Cristo quebrantado con el único fin de que el cielo pudiese
invadir la tierra.
Sobre Él, los ángeles de Dios
ascienden y descienden sobre nosotros. A través de Él, todos los recursos de
Dios son activados y las necesidades de los hombres pueden ser saciadas. Por
Él, el hombre puede ser reconciliado con Dios y la ira de Dios es apaciguada.
Dios rasgó los cielos y descendió.
Derrumbó la antigua barrera que dividía el cielo y la tierra, y hoy todas las
riquezas y los recursos de Dios están disponibles para todo aquél que las
acepte en fe y mediante la oración.
Hebreos
10:19-22 dice:
“Así que, hermanos, tenemos libertad para entrar en el lugar santísimo por la
sangre de Jesucristo por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del
velo, esto es, de su carne. También tenemos un gran sacerdote sobre la casa de
Dios. Acerquémonos, pues, con corazón sincero, en plena certidumbre de fe,
purificados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua
pura.”
Dios quiere que nos acerquemos a Él en
oración y con la certeza y confianza que su provisión siempre será suficiente.
Hoy podemos entrar en la presencia de Dios con confianza, con una conciencia
pura y un corazón lleno de fe, sabiendo que Dios ya ha destruido todo lo que
nos separa de Él mediante la sangre de Cristo. Dios verdaderamente nos ha
entregado las llaves del reino de los cielos.
Es a través de la oración que
activamos este poder increíble. Alguien dijo alguna vez: “La oración es la
inagotable oportunidad de nuestra vida”. La oración de Isaías fue contestada.
Dios rasgó los cielos. Trabajemos ahora para traer el cielo a la tierra.
jueves, 20 de diciembre de 2012
LA
ORACIÓN QUE PREVALECE
"La oración eficaz del justo puede
mucho." (Santiago 5:16.)
1. Hay dos clases de medios necesarios
para fomentar un avivamiento: el uno es influir en los hombres; el otro influir
en Dios. La verdad es empleada para influir en de mover a Dios no quiero decir
que la mente de Dios se cambie por la oración, o que se cambie su disposición
de carácter. Pero la oración produce un cambio tal en nosotros que hace
compatible para Dios que haga lo que de otro modo no sería compatible. Cuando
un pecador se arrepiente, este estado de sentimiento hace apropiado que Dios le
perdone. Dios siempre ha estado dispuesto a perdonarle bajo estas condiciones,
de modo que cuando el pecador cambia sus sentimientos y se arrepiente, no se
requiere ningún cambio de sentimiento en Dios para perdonarle. Es el
arrepentimiento del pecador que hace posible su propio perdón, y es la ocasión
para que Dios actúe así.
2. Otros yerran en la dirección
opuesta. No que se pueda hacer demasiado énfasis en la oración. Pero pierden de
vista el hecho de que la oración, cuando es ofrecida por sí misma, aunque se
hiciera para siempre no daría ningún resultado.
Algunos van a sus cuartos solos
"para orar" simplemente porque "han de decir sus
oraciones". Ha llegado la hora en que tienen el hábito de orar, sea la mañana,
el mediodía o cuando sea. Pero, en vez de tener algo que decir, no hay nada
definido en su mente, y oran según les vienen las palabras, lo que flota en su
imaginación en aquel momento, y cuando han terminado apenas se acuerdan de lo
que han dicho. Esto no es oración efectiva.
3. Para orar de modo efectivo has de
orar con sumisión a la voluntad de Dios. No confundas la sumisión con la
indiferencia. Son muy distintas. Conocí a un individuo que vino a un lugar en
que había un avivamiento. El estaba frío, y no entró en el espíritu del mismo,
y no tenía espíritu de oración; y cuando oyó que los hermanos oraban como si no
se les pudiera negar lo que pedían, se sobresaltó de su atrevimiento, y siguió
insistiendo en la importancia de orar con sumisión; cuando era evidente que
confundía la sumisión con la indiferencia.
4. Mientras no conocemos la voluntad
de Dios, el someterse, sin oración, es tentar a Dios. Quizá, aunque no lo
sepamos, el hecho de que ofrezcamos la clase adecuada de oración puede ser lo
que da lugar a que cambie el curso de las cosas. En el caso de un amigo
impenitente, la importunidad y fervor de tu oración puede muy bien ser lo que
le salve del infierno.
5. La oración que prevalece se ofrece
hoy día, cuando los cristianos se han enfervorizado hasta un punto de
importunidad y santo atrevimiento que cuando miraron hacia atrás después, se
asombraron de que se hubieran atrevido a ejercer tal importunidad ante Dios. Y
con todo, estas oraciones suyas habían prevalecido y obtenido la bendición. Y
muchas de estas personas, con las cuales tengo amistad, se hallan entre las más
santas que he conocido.
6. La tentación a motivos egoístas es
tan fuerte que hay motivo para temer que las oraciones de muchos padres nunca
se han elevado más allá de deseos de ternura paterna o materna. Y ésta es la
razón por la que muchas oraciones no han sido contestadas y porque muchos
padres piadosos y que oran tienen hijos infieles. Gran parte de la oración para
el mundo pagano parece basada sólo en el principio de la simpatía. Hay
misioneros, y otros, que insisten casi exclusivamente en los millones de
paganos que van al infierno, mientras se dice muy poco de que están deshonrando
a Dios.
7. Muchos cristianos llegan a la oración
que prevalece por medio de un proceso retardado. Su mente se va llenando
gradualmente de ansiedad sobre un objeto, de modo que se dedican a sus
quehaceres suspirando sus deseos ante Dios. Como la madre cuyo hijo está
enfermo va rondando por la casa suspirando como si su corazón fuera a partirse.
Y si es una madre que ora, sus gemidos suben a Dios todo el día. Si sale de la
habitación en que está su hijo, su mente sigue todavía allí; y si está
durmiendo, sus pensamientos están sobre él, y se despierta sobresaltada en su
sueño, pensando que quizá su hijo está muriendo. Toda su mente está absorbida
en aquel niño enfermo. Este es el estado de la mente de los cristianos que
ofrecen oración que prevalece.
8. El espíritu de aquellos que han
estado en aflicción por las almas de otros, me parece a mi, no es diferente de
la del apóstol que sufría por las almas, y "deseaba él mismo ser anatema,
separado de Cristo, por amor a sus hermanos" (Romanos 9:3). No es distinto
tampoco de la del salmista (Salmo 119:53): "El furor se apoderó de mí a
causa de los inicuos, que dejan tu ley." (vers. 136): "Ríos de agua
descendieron de mis ojos, por los que no guardan tu ley." Ni del profeta Jeremías
(4:19): "¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón;
mi corazón se agita dentro de mí, no callaré; porque has oído sonido de
trompeta, oh, alma mía, pregón de guerra." Y en los capítulos 9:1 y 13:17;
y en Isaías 22:4. Leemos de Mardoqueo, cuando vio a su pueblo en peligro de ser
destruido con una destrucción eventual (Este 4:1) que "rasgó sus vestidos,
se vistió de saco y, cubierto de ceniza, se fue por la ciudad clamando con
grande y amargo clamor." ¿Y por qué hemos de pensar que las personas no
han de desesperarse cuando no pueden tolerar la consideración de la miseria de
aquellos que van a la destrucción eterna?
9. Si quieres orar de modo efectivo,
tienes que orar mucho. Se dijo del apóstol Santiago que una vez muerto,
hallaron que tenía callos en las rodillas, como las rodillas de un camello, de
tanto orar. ¡Ah, éste era el secreto del éxito de estos ministros primitivos! ¡Tenían
callos en las rodillas!
10. Si intentas orar de modo efectivo,
tienes que ofrecerlo en el nombre de Cristo. No puedes presentarte ante Dios en
tu propio nombre. No puedes pedir en tus propios méritos. Pero puedes
presentarte en un Nombre que siempre es aceptable. Ya sabemos lo que es usar el
nombre de otra persona. Si vamos al banco con un talón firmado por un
millonario, puedes sacar el dinero como si Io hiciera él mismo. Pues bien, Jesús
te da derecho al uso de su nombre. Y cuando oras en el nombre de Cristo,
significa que puedes prevalecer como si fuera El mismo, y recibir tanto como
Dios daría a Jesús si fuera El quien lo pidiera. Pero has de orar con fe.
11. Estos fuertes deseos que he
descrito son los resultados naturales de gran benevolencia y visión clara,
respecto al peligro de los pecadores. Es razonable que sea así. Si las mujeres
presentes miraran y vieran que su casa está ardiendo y oyeran los gritos de los
que están dentro, se desmayarían de horror y agonía. Y nadie se sorprendería,
ni dirían que son tontas o locas, por afligirse de tal manera. Es al contrario:
todos se extrañarían si no expresaran sus sentimientos así. ¿Por qué, pues, hay
que extrañarse si los cristianos sienten lo que he descrito, cuando ven
claramente el estado y el peligro de los pecadores? Los que nunca lo han
sentido no conocen lo que es la verdadera benevolencia, y su piedad tiene que
ser muy superficial. No quiero juzgar severamente, o hablar sin caridad, pero
afirmo que esta piedad es superficial. Esto no es crítica, sino la pura verdad.
12. Cuando los cristianos son llevados
a extremos, hacen un esfuerzo desesperado, ponen la carga sobre el Señor
Jesucristo y, simplemente, confían en El como si fueran niños. Entonces se
sienten aliviados, entonces sienten cómo el alma por la que han estado orando
está salvada. La carga ha desaparecido, y Dios parece calmar el alma con una
dulce seguridad de que la bendición será concedida. A menudo, después de que un
cristiano ha pasado esta lucha, esta agonía en oración, y ha obtenido un alivio
así, siente afectos celestiales dulcísimos que salen de él: el alma descansa
dulce y gloriosamente en Dios, y "se alegra con gozo inefable y
glorioso" (1 Pedro 1:8).
13. Estos dolores de nacimiento por
las almas crean también un notable lazo de unión entre los cristianos
fervientes y los recién convertidos. Los que se convierten son muy caros a los
corazones de los que tuvieron este espíritu de oración por ellos. El
sentimiento es como el de una madre por su primer hijo. Pablo lo expresa con
gran belleza, cuando dice: "Hijitos, por quienes vuelvo a sufrir dolores
de parto —se habían vuelto atrás, y sufría la agonía de un padre sobre su hijo
vagabundo—, estoy de parto por vosotros otra vez hasta que Cristo sea formado
en vosotros. "En un avivamiento he notado con frecuencia de qué manera los
que tienen el espíritu de oración aman a los recién convertidos. Ya sé que esto
es como si hablara de álgebra a aquellos que no lo han sentido.
14. Otra razón por la que Dios
requiere esta clase de oración es que es el único modo en que la Iglesia puede
ser preparada debidamente para recibir grandes bendiciones sin ser perjudicada
por ellas. Cuando la Iglesia está así postrada en el polvo delante de Dios, y
está en la profundidad de la agonía en oración, las bendiciones le hacen bien.
Mientras que si recibe la bendición sin esta postración profunda del alma, se
envanece y se llena de orgullo. Pero así, aumenta su santidad, su amor y su
humildad.
15. El siguiente hecho fue contado por
un pastor y yo lo oí. Dijo que en cierta ciudad no había habido ningún
avivamiento durante muchos años; la iglesia estaba casi extinguida, la juventud
eran todos no convertidos, y la desolación era general. Vivía en una parte
retirada de la ciudad un anciano, herrero, el cual tartamudeaba tanto, que era
penoso escucharle. Un viernes, estando en su fragua, solo, su mente se conmovió
por el estado de la iglesia y los impenitentes. Su agonía era tan grande que se
vio llevado a dejar su trabajo, cerrar el taller y pasar la tarde en oración.
Prevaleció, y el sábado llamó al
pastor y le dijo que convocara una "reunión". Después de algunas
dudas el pastor consintió; le hizo notar, sin embargo, al herrero, que temía
que asistirían muy pocos. La reunión iba a celebrarse aquella noche en una casa
particular grande. Cuando llegó la noche había más gente reunida de la que cabía
en la casa. Todos estuvieron silenciosos un rato hasta que un pecador rompió a
llorar, y dijo que si alguien podía orar, que orara por él. Otro siguió, y así
sucesivamente uno tras otro hasta que había personas procedentes de todos los
barrios de la ciudad que estaban bajo una profunda convicción de pecado. Y lo más
notable de todo fue que todos coincidieron en dar la hora en que el anciano
estaba orando en su taller como la hora en que fueron convictos de pecado. A
esto siguió un poderoso avivamiento. Este anciano tartamudo, pues, prevaleció,
y como un príncipe tuvo poder ante Dios.
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