“MENTE
CAUTERIZADA”
TEXTO:
1 TIMOTEO 4: 1 – 5
Cuando el Espíritu Santo vino a
nuestro corazón, la mente o conciencia nuestra, que estaba dormida, despertó, y
comenzó a funcionar, entonces cada vez que hemos cometido un pecado, o faltado
al Señor, la conciencia nos ha reprochado. En tal caso, lo que procede,
inmediatamente, es confesar el pecado y pedir perdón. Lo que procede es tomarse
de la preciosa sangre del Señor, para que el pecado sea perdonado y la
conciencia sea descargada.
La mente o la conciencia es tan
sensible que normalmente nos está amonestando cada vez que hacemos algo que
desagrada al Señor. Pero hay veces en que nos cansamos de obedecer a la
conciencia. Y entonces argumentamos contra ella a favor de nosotros. Y esto se
repite una y otra vez.
Entonces llega un momento en
que la conciencia deja de hablar. Y, de ahí en adelante, cuando el cristiano
obra mal, a él le parece que obra bien. Y si en la familia tuvo un problema con
la esposa o con los hijos, no ve necesario pedir perdón. Y si le faltó el
respeto al jefe en el trabajo, ya no ve necesario pedirle perdón. Se
escabullirá, la dará una sonrisa amable… para no pedir perdón. Y entonces, la
conciencia aletargada, entumecida, ya no reacciona, y llega un momento en que
está cauterizada.
LA MENTE O LA CONCIENCIA SE
CAUTERIZA POR:
• Hábitos de Pecados que están
arraigados en nuestra vida.
• Por falta de perdón hacia una
determinada persona
• Por el acomodamiento
Espiritual.
• Por la falta de comunión
diaria con el Señor.
• Etc, etc.
Uno podría pensar que un
cristiano con una conciencia cauterizada es un cristiano silencioso. Pero no es
así. Un cristiano puede tener la conciencia cauterizada, y por causa de que
tiene dones, puede seguir predicando, puede seguir testificando, puede seguir
orando, es decir, puede seguir haciendo lo mismo de siempre. Está funcionando
por los dones, no por la vida. Sus palabras naturalmente no bendecirán, porque
no tienen respaldo de vida. Es sólo un címbalo que retiñe.
Los cristianos tenemos una
batalla permanente dentro de nosotros, y es ésta: tenemos que mantener la fe y
buena conciencia. Tenemos que ponernos del lado de la buena conciencia y no
atacarla con argumentos. Cada vez que se encienda una lucecita de advertencia
en nuestro corazón tenemos que atenderla.
¿COMO PODEMOS SER RENOVADOS DE
NUESTRA MENTE?
• Tener un encuentro genuino
con Jesús.
• Practicar una comunión diaria
con El, en Lectura de la Palabra y Oración.
• Desechar todo pecado que nos
asedia.
• No hacer caso a la crítica
destructiva.
De cada uno de nosotros depende
si dejamos que el enemigo ataca nuestra vida a través de cauterizar nuestra
conciencia o si renovamos diariamente nuestra mente en el Señor.
Si queremos vivir una vida que
de verdad agrade a Dios debemos de examinar nuestra vida y compararla con lo
que la Biblia dice, de esa manera vamos a obtener el favor de Dios y seremos
una completa bendición en TODO lo que hagamos.
Siempre se hace la pregunta,
cuando vemos una acción atroz de un ser humano ¿Sera que no tiene sentimientos?
La verdad es que si los tiene, pero sucede igual que cuando un paciente es
anestesiado para operarlo, entra en un estado de inconsciencia y aunque le
extirpen un tumor, le amputen un miembro, etc. etc. mientras este bajo los
efectos analgésicos no sentirá nada. Las personas van acumulando en su fuero
interno resentimiento, malas experiencias y una gran cantidad aversión por los
que les han ocasionado dolor y angustia, estas capas superpuestas una detrás de
la otra obran como un aislante, igual que pasa con la corriente eléctrica
cuando se encuentra con un material que no es conductor de la electricidad, no
permiten que fluya.
De esa manera se anulan los
sentimientos y se adentra en una condición que se llama: conciencia
cauterizada. ¿Qué es una conciencia cauterizada? Cauterizar significa: curar
una herida quemándola con un instrumento específico o una sustancia
cáustica.
En la antigüedad la ciencia
estaba muy limitada y los antibióticos (la penicilina) no había sido
descubierta, por lo que ante la infección de una herida se recurría al método
muy poco ortodoxo, pero efectivo de usar un cautín aplicándolo sobre ella, el
cual consistía en un trozo de metal que se calentaba al rojo vivo, se puede
suponer lo traumático y doloroso de la medida, pero era la única alternativa
efectiva contra esta clase problema, daba como resultado acabar con la
infección, trayendo como consecuencia que el tejido donde era aplicado se moría
quedando completamente insensible.
A la conciencia de tanto
saturarla de bajas pasiones le ocurre lo mismo, se insensibiliza y muere, por
lo cual no siente, está completamente imposibilitada de tener sentimientos,
para ella el dolor y la tragedia ajena solo son el combustible para avivar mas
el deseo insaciable de hacer malignidades ¿nos podemos imaginar hasta dónde
puede llegar una persona sin sentimientos?
Esta muerte de la conciencia
tiene como causa principal el entenebrecimiento de la mente, que a su vez es
producido por la ausencia total de valores morales y espirituales, este es un
estado de putrefacción mental donde la carencia espiritual es el motor
principal que impulsa toda la maquinaria de la maldad.
La deformación de la mente y su
entenebrecimiento, sin hacer especulaciones y menos un intento de teorizar, lo
que es mi opinión, no basada en exhaustivos estudios de la conducta humana o en
experimentos directos, sino en la observación y análisis del comportamiento de
las personas, comienza en el mismo momento de la concepción y se acelera cuando
el neonato abandona el seno materno y se enfrenta al inicio de una nueva etapa
en su vida, cuando tiene que respirar por su propia cuenta y las nuevas
circunstancias lo obligan a reaccionar para sobrevivir. Es allí donde comienza
a ejercitarse en el arte de la supervivencia y por fuerza mayor recurre al
truco innato y al único que por el momento tiene acceso, como es el de llorar
para pedir ayuda para cada una de sus necesidades o de manipular para que sea
tenido en cuenta. La respuesta que den los progenitores o los encargados de la
crianza formara la base para la estructuración de su conducta posterior.