domingo, 16 de diciembre de 2012

NECESITAMOS AVIVAMIENTO VERDADERO


COMO FOMENTAR UN AVIVAMIENTO

"Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; haced para vosotros barbecho; porque es el tiempo de buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia. ." (Oseas 10:12.)
Un avivamiento consiste en dos partes; por lo que respecta a la Iglesia y lo que respecta a los no salvos. Barbecho es el terreno que ha sido arado pero que se deja sin sembrar, y la próxima temporada de siembra necesita volver a ser ablandado y roturado, para poder recibir el grano.
Si se quiere roturar el barbecho del corazón, hay que empezar examinándolo y notando el estado de la mente y ver dónde estamos. Muchos No prestan atención a su propio corazón, y nunca saben si están prosperando espiritualmente o no; si están ganando terreno o yendo hacia atrás;
EL auto examen consiste en contemplar nuestra vida, considerar nuestras acciones, buscar en el pasado y ver cuál es vuestro verdadero carácter. Hay que repasarlos como el mercader repasa sus libros. La confesión general no basta. Los pecados fueron cometidos uno a uno. EL arrepentimiento de ellos ha de ser hecho uno a uno. Consideremos primero lo que comúnmente se llama pecados de omisión.
1. La ingratitud. Este pecado consiste en recibir bendiciones de Dios sin mostrar gratitud por ellos. ¿Cuántas veces has faltado? Póstrate de rodillas y confiésalos a Dios y pide perdón. El mismo acto de confesión te traerá otros pecados a la memoria. Haz esto tres o cuatro veces y verás el número asombroso de misericordias por las cuales no has dado nunca gracias a Dios.
2. Falta de amor a Dios. Piensa cómo te sentirías agraviado si descubrieras que el afecto de los tuyos, tu esposa, tu marido, tus hijos, flaqueara; si vieras que su mente se desvía de ti y piensan en otra persona. Quizá te sentirías morir de celos. Pues bien, Dios es un Dios celoso; y tú no le has dado todo el corazón, sino que le has ofendido entregando tu corazón a otros amores. ¿No crees haberle ofendido?
3. Descuido de la Biblia. Anota los casos en que quizá durante semanas, o más, no has leído la Palabra de Dios. Algunos, leen capítulos enteros de tal forma que después no pueden ni decir lo que han leído.
4. Incredulidad. Recuerda los casos en que has puesto en duda la veracidad del Dios, pues esto es incredulidad en sus promesas y declaraciones expresas. Dios ha prometido dar el Santo Espíritu a los que se lo pidan. ¿Crees tú esto? ¿Lo has pedido? ¿Has esperado que El te conteste?
5. Descuido de la oración. Piensa en las ocasiones en que has descuidado la oración privada, la oración familiar y las reuniones de oración; o que has orado de tal manera que has agraviado y ofendido a Dios aún más que si no hubieras orado.
6. Descuido de los medios de gracia. Cuando has permitido que, con excusas, tu descuido de asistir a las reuniones quedara justificado en tu mente; cuando has sentido desprecio sobre los medios de salvación meramente por no gozar en el cumplimiento de tus deberes espirituales.
7. La manera en que has ejecutado tus deberes. Esto es, falta de sentimiento y de fe, con un estado mental mundano, de modo que tus palabras no eran más que de labios y no merecías que Dios te escuchara o hiciera caso de ti. Cuando has caído de rodillas y "dicho tus oraciones" de modo descuidado e indiferente, hasta el punto que a los cinco minutos, ya no te habrías acordado de lo que decías.
8. Falta de amor al prójimo. Mira a tus amigos y parientes, y recuerda cuán poca compasión has sentido por ellos. Has estado a su lado y visto que se dirigen al infierno, pero, parece que esto no te preocupa. ¿Cuántos días ha habido en que no has hecho de su condición el tema de una simple oración sincera, ni has mostrado deseo ardiente por su salvación?
9. Falta de interés por los paganos. Quizá no te has interesado en enterarte de su condición; quizá ni aun has leído ninguna revista misionera. Mira esto y considera si es que te intereses por los paganos, y evalúa la intensidad de tus sentimientos por ellos y el deseo que tienes de su salvación. Compara con esto el deseo que tienes de tu propia salvación. ¿Cuánto has dado para que se les envíe el Evangelio? ¿Te niegas, para mostrar este interés, satisfacciones superfluas como té, café o tabaco? ¿Te has instalado cómodamente en tu estilo de vida y no estás dispuesto a pasar el menor inconveniente por ellos? ¿Oras por ellos en privado? ¿Pones aparte algo para depositar en el tesoro del Señor, cuando vas a orar? Si no haces esto y tu alma no está en agonía por los pobres paganos, ¿por qué pretendes ser cristiano en realidad? ¿No está tu profesión marcada por la hipocresía, hasta el punto que es un insulto para Jesucristo?
10. Descuido de tus deberes familiares. Piensa en la forma en que has vivido para tu familia, como has orado, qué ejemplo les has dado. ¿Qué esfuerzos directos haces habitualmente para su bienestar espiritual? ¿Qué deber para con ellos es el que no has descuidado?
11. Descuido en vigilar tu propia vida. En muchos casos te has apresurado para atender a tus asuntos particulares, y no has dedicado tiempo ni sinceridad para pasar cuentas con Dios; ¡cuán frecuentemente has descuidado vigilar tu conducta y, no estando alerta, has pecado delante del mundo, de la Iglesia y delante de Dios!
12. Descuido en la vigilancia de tus hermanos. ¿Cuántas veces has quebrantado el pacto de que vigilarías sobre ellos en el Señor? ¡Cuán poco te preocupas del estado de sus almas! ¿Qué has hecho para estar en contacto con ellos? ¿Sobre cuántos te has interesado, para conocer su estado espiritual? ¿Cuántas veces has visto a tu hermano enfriarse en la religión y no le has animado? Le has visto empezando a descuidar un deber tras otro y no le has reprendido como hermano, con amor fraternal. Le has visto caer en pecado y le has dejado. Y todavía dices que los amas. ¡Qué hipócrita eres! ¿Cómo puedes dejarlos resbalar sin advertirles? ¿te quedarías indiferente, si algo así ocurriera a tu esposa o a uno de los tuyos?
13. Descuido de la abnegación, o sea, negarse a uno mismo. Hay muchos que profesan querer hacerlo todo en religión, en tanto que no se requiera negarse a sí mismos. Cuando se requiere que hagan algo en que hayan de negarse a sí mismos ¡ah!, ¡esto es demasiado! Creen que están haciendo mucho por Dios, y que hacen lo que es razonable pedir, tanto si es todo lo que pueden, como si no; pero, no están dispuestos a privarse de ninguna comodidad o conveniencia por poder servir al Señor. No están dispuestos a sufrir reproches por el nombre de Cristo. Ni a negarse los lujos de la vida, a fin de ayudar a salvar un mundo que se dirige al infierno. Se hallan tan lejos de saber que la abnegación es una condición del discipulado que no tienen idea de lo que es negarse a sí mismos. No se han negado ni aun un alfiler por Cristo y por el Evangelio. Están dando de su abundancia, y dan mucho, y son prontos en quejarse de que otros no dan más; cuando en verdad, no dan nada de lo que necesitan, algo de lo que hubieran podido disfrutar aunque lo hubieran retenido. Sólo dan lo que les sobra de su riqueza; y quizá la pobre mujer que pone un centavo en la colecta ha ejercido más abnegación que ellos, que han dado millares.
Vamos ahora a ocuparnos de los pecados de comisión.
14. Mundanalidad. ¿Cuál es el estado de tu corazón con relación a las posesiones mundanas? ¿Las has considerado como tuyas, como si tuvieras derecho a poseerlas en calidad de propias, según tu voluntad? Si ha sido y es así, escríbelo. Si has amado la propiedad, y la has buscado por lo que es en sí, para satisfacer tu ambición, tu espíritu mundano, o para acumularlo para tu familia, has pecado y has de arrepentirte.
15. Orgullo. Recuerda los casos en que te has descubierto en ti mismo la práctica del orgullo. La vanidad es una forma especial de orgullo. ¿Cuántas veces te has descubierto en consulta con la vanidad sobre tu vestido y apariencia? ¿Cuántas veces has pensado más y te has preocupado más de pasar tiempo decorando tu cuerpo para ir a la iglesia que en preparar tu corazón para el culto a Dios? ¿Te has interesado más en tu apariencia externa, en el aspecto del hombre mortal, que en tu alma, o sea ver cómo aparece a la vista de Dios, que escudriña el corazón?.
*16. Envidia. Mira los casos en que has sentido envidia de los que están por encima de ti en algún aspecto. O quizá has envidiado a los que tienen más talento o son más útiles que tú. ¿No has envidiado a algunos, y has sufrido cuando oíste a otros que los elogiaban? ¿Ha sido más agradable para ti pensar en sus faltas que en sus virtudes, en sus fracasos que en sus éxitos? Sé sincero contigo mismo; y si has albergado este espíritu del infierno, arrepiéntete profundamente delante de Dios, pues de lo contrario no se te perdonará.
17. Criticas y censuras. Piensa en casos en que has mostrado un espíritu acerbo en que has hablado de otros cristianos en formas en que no había caridad ni amor; o falta de amor, que siempre requiere que esperes lo mejor en todo caso posible, y que interpretes de la mejor manera posible toda conducta dudosa.
18. Calumnia. ¿Hay ocasiones en que has hablado de las faltas de otros, reales o supuestas, a su espalda; has hablado de miembros de la Iglesia y otros sin necesidad, y sin ninguna razón buena? Esto es calumniar. No tienes por qué mentir para calumniar; el decir la verdad con la intención de perjudicar ya es calumniar.
19. Ligereza y frivolidad. ¿Con cuánta frecuencia has dado muestras de ligereza ante Dios, cosa que no te habrías permitido en la presencia de un soberano de la tierra. Te has portado como un ateo, pues te has olvidado de que hay un Dios, o le has mostrado menos respeto a El, en su presencia, del que habrías tenido por un juez de la tierra.
20. Mentir. Has de entender Io que es mentir. Mentir es todo intento de engañar; si no hay este intento no es mentira. Pero si dices algo con la intención de desviar de la pura verdad, es una mentira. No las llames con otras palabras. Para Dios son MENTIRAS, y tú eres culpable de MENTIR, y no trates de disimularlo. ¡Cuántas falsedades se cometen en los negocios, en el trato social, con palabras, aspectos y acciones que están calculados para causar una cierta impresión en otros, por razones egoístas!
21. Engaños y trampas. Escribe los casos en que has hecho algo a otro que no te habría gustado que te lo hicieran a ti. Esto es engaño. Dios ha dado la regla para este caso: "Todas las cosas que quieras que los hombres te hagan a ti, esto es Io que debes hacer a ellos." Si no Io has hecho has faltado. La regla no es que deberías hacer "todo lo que razonablemente puedes esperar que hagan para ti", porque esta regla podría admitir un cierto grado de maldad. La regla es: "Que tú quisieras que hicieran a ti."
22. Hipocresía. Por ejemplo, en tus oraciones y confesiones a Dios. Piensa en las oraciones pidiendo cosas que no quieres en realidad. Y la evidencia es que cuando has terminado de orar, no podrías decir por qué has orado. ¿Cuántas veces has confesado pecados de los que no tenías intención de apartarte, y que no tenías el solemne propósito de no repetirlos? Sí, has confesado pecados que piensas repetir, y ¡seguir viviendo!
23. Robar a Dios. Aquí entra el tiempo perdido, pasando las horas que Dios te ha dado para servirle y salvar almas, en diversiones vanas y conversación tonta, viendo novelas o no haciendo nada; casos en que has aplicado mal tus talentos y capacidades mentales, en que has despilfarrado dinero en concupiscencias, o cosas que no necesitabas, y que no contribuyen a tu salud, bienestar o utilidad. Quizá dinero para alcohol o cigarrillo., pero deseo que no uses este verdadero veneno, el tabaco.
24. Mal humor. Quizá hayas faltado a tu esposa, hijos, resto de la familia, criados o vecinos. Pon todo esto en el papel.
25. Impedir a otros que sean útiles. Quizá has debilitado su influencia con insinuaciones contra ellos. No sólo has privado a Dios de sus talentos, sino que has atado las manos de otro. Que mal siervo es aquel que no sólo deja de hacer él lo que debe sino que, además, impide a los otros que lo hagan. Esto es el quitarles el tiempo; destruir su confianza en Cristo. Con ello te has puesto en las manos de Satanás, holgazaneando e impidiendo trabajar a otros
Si has cometido una falta contra un individuo, y te es posible, por hallarse él cerca, ve y se lo confiesas. Si está distante, escríbele. Si has defraudado a alguien, envíale el dinero con los intereses.
Haz todo esto ahora, no lo aplaces; esto lo empeoraría todo. Confiesa tus pecados a Dios, si los has cometido contra Dios, y a los hombres si los has cometido contra los hombres. No pienses escaparte andando alrededor de estas piedras de tropiezo. Quítalas. Cuando rotures tu barbecho has de quitar todos los obstáculos. Pequeñas cosas que te impiden que te sientas en lo religioso de modo diferente de lo que quisieras. Rotura la tierra, otra vez. No te desanimes, no dejes de hacerlo porque es difícil; conduce el arado, vuelve los terrones arriba y abajo, hasta que todo esté blando para recibir la semilla y rendir fruto a ciento por uno.
26. Cuando hayas terminado, a conciencia, vuelve a empezar otra vez, como dije, pensando que lo que has escrito te recordará otras cosas relacionadas con ellas. Y de nuevo, por tercera vez. Verás que puedes recordar cantidades enormes de cosas, que no te gustaría recordar en la eternidad. Prepara y repasa esta lista con el mismo cuidado y solemnidad con que te prepararías para el juicio final.
AI repasar el catálogo de tus pecados asegúrate bien de tu resolución de hacer una reforma total y ahora. Todo lo que no esté bien, decide al instante que, con la ayuda y fuerza de Dios, no volverás a hacerlo. No sería de ningún beneficio examinarse a menos que hagas la decisión de enmendar todo lo que haya malo en tu corazón, tu temperamento y tu conducta.
Cuando lo hagas, si ves que en tu mente hay aún oscuridad, que no se hace la luz y que el Espíritu de Dios está apartado de ti, es que no has sido bastante concienzudo. En el progreso de la obra has de forzarte, poner toda tu intención en la obra, con la Biblia delante, probando tu corazón. No puedes esperar que Dios obre un milagro para ti, roturando el barbecho. Sólo lo hará haciendo tú uso de los medios. Concentra tu atención en tus pecados. No puedes pensar en ellos mucho tiempo y a conciencia sin ver Io malvado de los mismos y sentirlo, sentirlo profundamente.
La experiencia demuestra que es beneficioso el repasar la propia historia de esta manera. Ponte a trabajar en ello; decide que no pararás hasta que puedas orar. No tendrás nunca el Espíritu de Dios en ti hasta que hayas desentrañado todo este misterio de iniquidad y presentado tus pecados delante de Dios. Que este trabajo de arrepentimiento y plena confesión, este quebrantamiento delante de Dios, tengan lugar y tendrás el espíritu de oración, en abundancia, a rebosar. La razón por la cual tan pocos cristianos conocen este espíritu de oración, es porque nunca se han tomado el trabajo de examinarse debidamente y someter sus corazones de esta forma.
27. No sería de ningún valor el predicarte si tu corazón está endurecido, en barbecho. El labrador no echa su semilla sobre la roca. No produciría nada. Por ello entre los que profesan religión hay tan poco fruto; mucho exterior, pero poco sentimiento. Hay mucha actividad y poca piedad. Si sigues así en los caminos de Dios, seguirás endureciéndote, las cosas empeorarán, como la lluvia y la nieve hacen más espesa la costra de un campo en barbecho y vuelven los terrones más duros.
28. Los que profesan el Cristianismo no deberían estar nunca satisfechos o esperar un avivamiento, por el mero hecho de despertar de su sueño, jactarse y hablar mucho, aunque sea a los pecadores. Tienen que empezar roturando su campo. Una vez hecho esto, para conseguir un modo de sentir más profundo, lo que hay que hacer es salir y ver a los pecadores camino al infierno y hablar con ellos y guiar sus almas desorientadas. Entonces recibirás más sentimiento. Te puedes entusiasmar sin esta roturación; puedes mostrar mucho celo, pero no durará, y no vas a hacer mella en los pecadores, ni los retendrás. La razón es que lo harás de modo mecánico sin la debida preparación.
29. Y finalmente, ¿estás dispuesto a roturar tu campo en barbecho? pero ahora has de roturar el campo. De lo contrario todo lo que me queda por decir no te será de ninguna utilidad. Más aún, te hará peor, te endurecerá. Si no te pones a trabajar en esto inmediatamente puedes estar seguro que no tienes interés en un avivamiento, que has abandonado a tu pastor y le dejas para que luche solo. Si no lo haces, puedo decirte que has olvidado a Cristo, porque rehúsas arrepentirte y volver a tus obras del principio, como hacía la iglesia del Apocalipsis.

domingo, 9 de diciembre de 2012

COMO ENTRAR EN LOS VINCULOS DEL PACTO


COMO ENTRAR EN LOS VINCULOS DEL PACTO
TEXTO: EZ. 20:32-39Y no ha de ser lo que habéis pensado. Porque vosotros decís: Seamos como las naciones, como las demás familias de la tierra, que sirven al palo y a la piedra. 33 Vivo yo, dice Jehová el Señor, que con mano fuerte y brazo extendido, y enojo derramado, he de reinar sobre vosotros; 34 y os sacaré de entre los pueblos, y os reuniré de las tierras en que estáis esparcidos, con mano fuerte y brazo extendido, y enojo derramado; 35 y os traeré al desierto de los pueblos, y allí litigaré con vosotros cara a cara. 36 Como litigué con vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto, así litigaré con vosotros, dice Jehová el Señor. 37 Os haré pasar bajo la vara, y os haré entrar en los vínculos del pacto;  38 y apartaré de entre vosotros a los rebeldes, y a los que se rebelaron contra mí; de la tierra de sus peregrinaciones los sacaré, mas a la tierra de Israel no entrarán; y sabréis que yo soy Jehová. 39 Y a vosotros, oh casa de Israel, así ha dicho Jehová el Señor: Andad cada uno tras sus ídolos, y servidles, si es que a mí no me obedecéis; pero no profanéis más mi santo nombre con vuestras ofrendas y con vuestros ídolos. 
INTRODUCCIÓN: Como podemos apreciar en el texto que leemos, podemos tener revelación de parte de Dios acerca de su propósito para nuestros días. En el texto Dios habla a Israel, y les recalca la necesaria obediencia a la Ley, como requisito para ser bendecidos por Dios, pero si fue para Israel, aplica para nosotros?, leyendo en Romanos 4:16 16Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros”., nos habla de que es necesariamente por fe, entonces debemos obediencia a la palabra? O no, la respuesta es SI obedecemos pero por haber creído. ¿Y cómo podemos hacerlo?
Isaías 59: 1 He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; 2 pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. 3 Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua. 4 No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad; confían en vanidad, y hablan vanidades; conciben maldades, y dan a luz iniquidad
Este texto nos dice dos cosas, a) Que Dios es el mismo, no cambia y siempre querrá bendecirnos. y b) somos nosotros los responsables de su enojo. Si este es el panorama, que hacemos: hay otro texto:
Joel 2:12  Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. 13 Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. 14 ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación para Jehová vuestro Dios? 15 Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea. 16 Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. 17 Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios? 18 Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. 
Entonces ya sabemos, que debemos hacer; ahora para mantenernos en la fe y entrar en los vínculos del NUEVO PACTO, considero necesario que cada uno tenga claro que es lo que debemos creer:
1.      Que Dios el Padre es el creador del universo y quien lo sostiene hasta el día de hoy. Génesis 1.
2.      Que Jesucristo su Hijo, vino al mundo con dos propósitos, a) a darnos a conocer al Padre, y b) a que el mundo fuera salvo por él. “Juan 14:8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. 9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. 11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.” 
3.      Que Jesucristo es el único camino para poder tener vida eterna. Juan 14:6
4.      Que la muerte y resurrección de Cristo, eran absolutamente necesarias para que nuestra fe tuviera validez. 1 Corintios 15:14-18 14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. 15 Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; 17 y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. 18 Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. 
5.      Que así como ascendió al cielo, así vendrá con poder y gloria a rescatar a su pueblo y librarlo de la ira de Dios. Hechos 1:9-11. 1 Tes. 4:13-18  13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.
6.      Que sin santidad nadie verá al Señor  Hebreos 12:12-14 12 Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; 13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. 14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. 15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; 16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. 17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. (2 Corintios 7:1) "Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios." (Juan 6:63) “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”. (Romanos 8:1, 4-6,) “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.”
7.      (Gálatas 5:17) “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.