PARTICIPES DE LA NATURALEZA DIVINA
TEXTO: 2 Pedro V. 1—11.
INTRODUCCION: La fe une verdaderamente a Cristo con el creyente débil
y con el fuerte y purifica realmente el corazón de uno y del otro; todo
creyente sincero es justificado a ojos de Dios por su fe. La fe obra santidad y
produce efectos en el alma que ninguna otra gracia puede producir. En Cristo
habita toda la plenitud y el perdón, la paz, la gracia y el conocimiento, y los
nuevos principios son así dados por medio del Espíritu Santo.
—Las promesas para quienes son partícipes de la naturaleza divina nos
harán inquirir si son realmente renovadas en el espíritu de nuestra mente;
volvamos todas estas promesas en oraciones por la gracia transformadora y
purificadora del Espíritu Santo.
1.
El creyente debe agregar conocimiento a su virtud, (denota propiamente todo aquello que procura una
estimación preeminente para una persona o cosa; de ahí, eminencia intrínseca,
bondad moral, virtud: (a) de Dios (1 P 2.9: «virtudes»; vm:
«excelencias»); aquí el sentido original y general parece ir unido
a la impresión hecha sobre otros, esto es, renombre, excelencia o alabanza) incrementar la familiaridad
con toda la verdad y la voluntad de Dios.
2.
Debemos agregar conocimiento; conocimiento de Dios, de su voluntad, de
su palabra, eso hace que podamos encontrar el verdadero sentido de ser
cristianos (2 Tim 3.16 Toda la Escritura
es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia,)
3.
Dominio Propio, es la Capacidad que tiene un individuo de controlarse
o de equilibrar sus acciones y emociones. Se puede decir que el dominio propio
es el resultado arduo y difícil de un ejercicio de la personalidad. El dominio
propio se contrastaba con la conducta destructora y desordenada (cf. Ro 13.13s;
1 Ts 5.6–8; 1 P 1.13). Varios conceptos están estrechamente implicados para
designar la moderación con que el líder cristiano debe controlar su vida, utilizar
los bienes materiales y de manera especial la comida, la bebida (Ef 5.18; 1
Ti 3.2s) y los apetitos sexuales (1 Co 7.9; 1 Ti 5.14). La templanza es
el término que más se aproxima a esta significación. Solo la mansedumbre y el
dominio propio por su naturaleza no necesitan arbitrio alguno (Gl 5.23). La
cobardía es antitética al dominio propio (2 Ti 1.7). Este es parte de un
proceso de esfuerzo humano que se añade a la fe. Dios ha dado al creyente un
espíritu de dominio propio para que este regule su conducta moral. Tenemos el
ejemplo de José sobre sus emociones e impulsos frente sus hermanos (Gn 43.31).
En el Nuevo Testamento, el dominio propio es esencialmente un fruto del
Espíritu (Gl 5.22s).
4.
Debemos agregar paciencia o alegre sometimiento a la voluntad de Dios.
(se usa el término para señalar la
capacidad humana para soportar las calamidades de la vida. El creyente debe
tener “por sumo gozo” cuando se halla en diversas pruebas, sabiendo que así su
“fe produce paciencia.” (Stg. 1:2–3). Los creyentes en Cristo son llamados a
imitar a aquellos que “por la fe y la paciencia heredan las promesas” (He.
6:12).)
5.
A la paciencia debemos agregar piedad: esto incluye los santos afectos
y disposiciones hallados en el verdadero adorador de Dios; con tierno afecto
por todo sus semejantes cristianos que son hijos del mismo Padre, siervos del
mismo Amo, miembros de la misma familia, (Virtud que, por el amor a Dios,
inspira devoción y
reverencia a las cosas consideradas sagradas; y por el
amor al prójimo, actos abnegados y compasivos). Por lo tanto, los cristianos deben laborar
para alcanzar la seguridad de su vocación y elección, creyendo y haciendo el
bien; y esforzarse en ello cuidadosamente, es un argumento firme de la gracia y
misericordia de Dios, que los sostiene para que no caigan completamente.
—Los que son diligentes en
la obra de Cristo, tendrán una entrada triunfal en el reino eterno donde reina
Cristo y ellos reinarán con Él para siempre jamás; y es en la práctica de toda
buena obra donde debemos esperar entrar al cielo.
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