sábado, 19 de enero de 2013

QUE ES EL HOMBRE?



¿QUE ES EL HOMBRE?
Hebreos 2:1–9
Esta pregunta con su correspondiente respuesta se halla cuatro veces las cuales vamos a estudiar en esta mañana
El Materialista dice: “El hombre es producto casual, una fuerza ciega.”
La Ciencia expresa: “el hombre es animal sin plumas con dos patas” (Sócrates).
Pero Dios dice: (Génesis 1:26). Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 
I.     CORONADO DE GLORIA Sal. 8:4-8.
Con atributos de realeza “coronado de gloria y honra”. (v. 7).
Como rey en su palacio, goza de todo, tan agradable y hermoso.
Como sacerdote, caminando libremente en presencia de Dios.
II.     SE HIZO PECADOR Job 7:17-20.
La corona del hombre rodó. En vez de seguir la palabra de Dios siguió la del Diablo.
Por eso Dios le visita en las mañanas v. 18
Su alma quedó ciega para entender la grandeza de Dios. (2 Corintios 4:4).
Espíritu cautivo de impías influencias: “muertos en delitos …” (Colosenses 2:13-14)
III.     VANIDAD Y SOMBRA QUE PASA Salmo 144:3-4
Hace seis mil años que el hombre busca a Dios por sus propios medios y no lo encuentra.
Para el hombre que procura salir de los muertos, Dios ha provisto. (v. 3).
Quiere volver a ser rey en sus fuerzas,  (Isaías 64:6)
Quiere ser sacerdote por las religiones, (2 Pedro 2:12-22)
Quiere ser profeta, todo lo pretende saber. (1 Juan 4:1)
IV.     EL HOMBRE NUEVO (vv. 6-9)
Pilato dijo: “he aquí el hombre”; es el Hijo amado, el Verbo hecho carne.
Es REY, así nació.
Es SACERDOTE, no hay otro mediador. (Hechos 4:12)v (1 Timoteo 2:5)
Es PROFETA, así fue en la tierra. Sacerdote celestial. Rey venidero.
¡Maravilla! El tan rico, yo pobre, yo, al fin, soy rico. (2 Corintios 8:9).
Un Matrimonio leyendo la Biblia primero dijeron: cuando fueron descubiertos sus pecados “Estamos equivocados”; otro día encontraron que para el pecador solo hay condenación: “Estamos perdidos”; y al fin cuando descubrieron en la palabra que Cristo murió por ellos dijeron: “Estamos salvados.”

jueves, 17 de enero de 2013

EL TIEMPO DEL FIN



EL TIEMPO DEL FIN

Se refiere a los sucesos que se desarrollarán en la tierra DESPUÉS del rapto de la iglesia. Esto abarcará un tiempo definido en la Biblia por siete años, período en el cual se levantará el Anticristo (el dictador mundial) ofreciendo una falsa paz que durará tres años y medio. En la segunda mitad de esos siete años del reinado del Anticristo, durante ese nuevo orden mundial que se establecerá en toda la tierra caerán todos los juicios establecidos por Dios.
Ap.11: 2 “cuarenta y dos meses” (tres años y medio).
Ap.11: 3 “1.260 días” (Tres años y medio, considerando el año profético de 360 días).
Ap.13: 5 “Se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses”.
Ese tiempo de la Gran Tribulación de siete años finaliza con la Guerra del Armagedón (en el valle de Meguido en Israel, (Zc.12: 11). Y en ese momento el Señor vendrá hasta la tierra (Mt.24: 27) “como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente”, entonces “todo ojo le verá” (Ap.1:7). Con gloria y gran poder, pondrá sus pies sobre el monte de los Olivos (Zc.14: 4).
Para el tiempo que el Señor venga a buscar Su iglesia, no existe ninguna señal previa que deba cumplirse. Todas las señales que mencionan las profecías bíblicas, se refieren para cuando el Señor ponga sus pies aquí en la tierra y establezca su reino por mil años con la nación de Israel.
Por tanto, si Ud. está esperando ver algo especial para acercarse al Señor, simplemente está malgastando un tiempo precioso, porque puede venir hoy, y solamente los que se han convertido de corazón irán con Él. Todos los que se queden, incluyendo a los muchos “cristianos nominales” que llenan las iglesias en el día de hoy, quedarán acá.
Seguramente que clamarán con mucha desesperación, porque comprenderán mejor que los otros inconversos, que la puerta de la salvación se les habrá cerrado. (Mt.25: 10-12) “vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, Señor ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco”.
Inclusive grandes predicadores, profetas y aquellos que participaron en grandes cruzadas de milagros escucharán lo mismo: (Mt.7: 22-23) “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí, apartaos de mí, hacedores de maldad”.
Es un tiempo muy solemne e importante que Ud. está malgastando si aún no le ha recibido en su corazón. Como decía, las señales para el tiempo del fin que menciona la Biblia, son únicamente para cuando el Señor venga hasta la tierra y ponga sus pies en el monte de los Olivos, para entrar en trato una vez más con la nación de Israel.
Muchas veces en las Sagradas Escrituras se refiere a Israel como “la higuera”. Y en relación a esto, hace uno de los anuncios más increíbles, que esa higuera (Israel), después de un destierro de casi dos mil años, después de haber experimentado el odio más brutal en manos de la Roma imperial, de las cruzadas de la Edad Media, de las hogueras de la “Santa Inquisición”, de los crematorios Nazis. Dios cumple su promesa el 14 de Mayo de 1948 y la “higuera” es plantada nuevamente en la tierra que Dios escogió para ellos.
Es bueno recordar también que la historia nos cuenta que después de los horrores de la 2ª guerra mundial, Inglaterra ofreció a los judíos territorios de sus colonias en África, específicamente en lo que hoy es Uganda, para que Israel formara allí su nación, pero ellos aún siendo literalmente “huesos secos” que venían de los campos de concentración, rechazaron esa generosa oferta, porque confiaban en las promesas de Dios.
Y la higuera fue plantada nuevamente en la tierra escogida por Dios. Fue como dice el profeta Ezequiel en el cap. 37 “un valle lleno de huesos secos. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis…hubo un ruido y un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con hueso. Y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu”.
Los huesos secos ya se han juntado, tienen tendones, músculos y piel, pero aún no tienen el espíritu de Dios. Israel se ha juntado como una nación, ha sobrevivido al odio de sus vecinos árabes, tiene músculos suficientes para detener las envestidas que ha debido enfrentar en varias guerras, pero aún no tiene el espíritu que Dios les entregará cuando el Señor ponga sus pies sobre la tierra.
¿Ud. quiere ver una señal? Mire hacia la tierra prometida y observe esa higuera que el Señor ha vuelto a plantar. (Mt.24: 32) “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”.
“Esta generación”, la que sea testigo de estos acontecimientos que han asombrado al mundo entero. Nosotros somos la última generación. Amén, sí, ven, Señor Jesús.

domingo, 6 de enero de 2013



ORAR BAJO CIELOS ABIERTOS

En el libro de Isaías encontramos una de las oraciones de intercesión más extraordinarias de la Biblia, cuando el profeta clama a Dios con estas palabras: “¡Si rasgaras los cielos y descendieras y ante tu presencia se derritieran los montes como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas! Así harías notorio tu nombre a tus enemigos y las naciones temblarían ante tu presencia!” (Isaías 64:1-2).
Isaías clamaba a Dios para que abriera los cielos y se revelara a sí mismo al mundo para que el mundo le viera tal y como Isaías le había visto. Sus palabras están llenas de pasión.
Dentro del corazón de cada persona que desea conocer a Dios de forma personal y encontrarse con él, hay un anhelo profundo. Este anhelo que impregna las palabras del profeta también reside en lo más profundo de nuestro ser y no hace nada más que reflejar el hecho de que el hombre fue, en su principio, creado en la imagen de Dios y con la capacidad de conocerle y experimentarlo personalmente.
El hombre que fue diseñado para vivir una relación estrecha y directa con Dios, de repente fue separado de Aquél con quien estaba destinado a caminar en perfecta armonía durante toda la eternidad. Por causa del pecado de Adán se levantó una barrera que divide los dos mundos, el natural y el sobrenatural, separando el mundo físico de la humanidad caída de las regiones espirituales llenas de la plenitud de la presencia, del poder y de las bendiciones de Dios.
Yo creo que cuando Isaías pronunció estas palabras en su oración pidiendo a Dios “si rasgaras los cielos y descendieras”, el profeta estaba recordando una experiencia que tuvo mucho antes y que encontramos en Isaías 6:1-8. En esta ocasión, Isaías había sido trasladado al cielo y había recibido el encargo y la unción para su vida y ministerio profético. Él lo cuenta con estas palabras: “El año en que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.” (Isaías 6:1).
En los siguientes versículos, Isaías relata cómo se encontró en la presencia de Dios. Habla de seres angélicos que rodean el trono clamando “¡Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!” (Isaías 6:3). Nos habla de la manifestación visible de la gloria de Dios. Relata cómo, de repente y de forma sobrecogedora, estando en la presencia de la santidad de Dios, se dio cuenta de su pecado. Pensaba que seguramente moriría en este lugar tan santo donde de repente se encontraba. Pero fue en ese mismo lugar donde encontró gracia y su pecado fue expiado con fuego santo. Fue también en este lugar donde su vida y destino cambiaron para siempre. Nunca sería el mismo.
Prestemos atención a lo que los ángeles clamaban. No decían “los cielos están llenos de su gloria”, sino “la tierra está llena de su gloria”. Esta fue una revelación profética de un tiempo que aún estaba por venir y del que nos dice la Biblia: “Porque la tierra se llenará del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Habacuc 2:14).
Cuando Isaías pidió que Dios rasgara los cielos y descendiera a la tierra, le estaba pidiendo cumplir con la promesa profética que había recibido en una visión muchos años antes. Lo que estaba diciendo en realidad era “Dios, si la tierra debe estar llena de tu gloria, es necesario que rasgues los cielos y bajes a la tierra”. Isaías se dio cuenta de que era necesario que Dios rasgase los cielos para hacer realidad su propósito con este mundo.
Jesús dijo de sí mismo que era más que un profeta o un rabino, más que un salvador político y más que un rey. Dijo que era un puente entre la tierra y el cielo, una conexión entre Dios y el hombre, la puerta que Dios abrió en el mundo para darnos acceso directo a los lugares celestiales.
Se contesta la oración de Isaías
Muchas personas siguen orando la oración de Isaías para que Dios abra los cielos y baje a la tierra. Claman con tono deprimido como un mendigo pidiendo por unas migas de pan. Pero amigos, la buena noticia es que la oración de Isaías fue contestada hace ya 2.000 años. Dios verdaderamente rasgó los cielos y bajó a la tierra en la persona de Jesús. ¿Existe acto más dramático que el efectuado en la cruz del Calvario? Ese día la tierra se abrió, la cortina del templo fue rasgada en dos de arriba abajo, y el precioso cuerpo de Cristo quebrantado con el único fin de que el cielo pudiese invadir la tierra.
Sobre Él, los ángeles de Dios ascienden y descienden sobre nosotros. A través de Él, todos los recursos de Dios son activados y las necesidades de los hombres pueden ser saciadas. Por Él, el hombre puede ser reconciliado con Dios y la ira de Dios es apaciguada.
Dios rasgó los cielos y descendió. Derrumbó la antigua barrera que dividía el cielo y la tierra, y hoy todas las riquezas y los recursos de Dios están disponibles para todo aquél que las acepte en fe y mediante la oración.
Hebreos 10:19-22 dice: “Así que, hermanos, tenemos libertad para entrar en el lugar santísimo por la sangre de Jesucristo por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne. También tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios. Acerquémonos, pues, con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura.”
Dios quiere que nos acerquemos a Él en oración y con la certeza y confianza que su provisión siempre será suficiente. Hoy podemos entrar en la presencia de Dios con confianza, con una conciencia pura y un corazón lleno de fe, sabiendo que Dios ya ha destruido todo lo que nos separa de Él mediante la sangre de Cristo. Dios verdaderamente nos ha entregado las llaves del reino de los cielos.
Es a través de la oración que activamos este poder increíble. Alguien dijo alguna vez: “La oración es la inagotable oportunidad de nuestra vida”. La oración de Isaías fue contestada. Dios rasgó los cielos. Trabajemos ahora para traer el cielo a la tierra.

jueves, 20 de diciembre de 2012


LA ORACIÓN QUE PREVALECE

"La oración eficaz del justo puede mucho." (Santiago 5:16.)

1. Hay dos clases de medios necesarios para fomentar un avivamiento: el uno es influir en los hombres; el otro influir en Dios. La verdad es empleada para influir en de mover a Dios no quiero decir que la mente de Dios se cambie por la oración, o que se cambie su disposición de carácter. Pero la oración produce un cambio tal en nosotros que hace compatible para Dios que haga lo que de otro modo no sería compatible. Cuando un pecador se arrepiente, este estado de sentimiento hace apropiado que Dios le perdone. Dios siempre ha estado dispuesto a perdonarle bajo estas condiciones, de modo que cuando el pecador cambia sus sentimientos y se arrepiente, no se requiere ningún cambio de sentimiento en Dios para perdonarle. Es el arrepentimiento del pecador que hace posible su propio perdón, y es la ocasión para que Dios actúe así.

2. Otros yerran en la dirección opuesta. No que se pueda hacer demasiado énfasis en la oración. Pero pierden de vista el hecho de que la oración, cuando es ofrecida por sí misma, aunque se hiciera para siempre no daría ningún resultado.

Algunos van a sus cuartos solos "para orar" simplemente porque "han de decir sus oraciones". Ha llegado la hora en que tienen el hábito de orar, sea la mañana, el mediodía o cuando sea. Pero, en vez de tener algo que decir, no hay nada definido en su mente, y oran según les vienen las palabras, lo que flota en su imaginación en aquel momento, y cuando han terminado apenas se acuerdan de lo que han dicho. Esto no es oración efectiva.

3. Para orar de modo efectivo has de orar con sumisión a la voluntad de Dios. No confundas la sumisión con la indiferencia. Son muy distintas. Conocí a un individuo que vino a un lugar en que había un avivamiento. El estaba frío, y no entró en el espíritu del mismo, y no tenía espíritu de oración; y cuando oyó que los hermanos oraban como si no se les pudiera negar lo que pedían, se sobresaltó de su atrevimiento, y siguió insistiendo en la importancia de orar con sumisión; cuando era evidente que confundía la sumisión con la indiferencia.

4. Mientras no conocemos la voluntad de Dios, el someterse, sin oración, es tentar a Dios. Quizá, aunque no lo sepamos, el hecho de que ofrezcamos la clase adecuada de oración puede ser lo que da lugar a que cambie el curso de las cosas. En el caso de un amigo impenitente, la importunidad y fervor de tu oración puede muy bien ser lo que le salve del infierno.

5. La oración que prevalece se ofrece hoy día, cuando los cristianos se han enfervorizado hasta un punto de importunidad y santo atrevimiento que cuando miraron hacia atrás después, se asombraron de que se hubieran atrevido a ejercer tal importunidad ante Dios. Y con todo, estas oraciones suyas habían prevalecido y obtenido la bendición. Y muchas de estas personas, con las cuales tengo amistad, se hallan entre las más santas que he conocido.

6. La tentación a motivos egoístas es tan fuerte que hay motivo para temer que las oraciones de muchos padres nunca se han elevado más allá de deseos de ternura paterna o materna. Y ésta es la razón por la que muchas oraciones no han sido contestadas y porque muchos padres piadosos y que oran tienen hijos infieles. Gran parte de la oración para el mundo pagano parece basada sólo en el principio de la simpatía. Hay misioneros, y otros, que insisten casi exclusivamente en los millones de paganos que van al infierno, mientras se dice muy poco de que están deshonrando a Dios.

7. Muchos cristianos llegan a la oración que prevalece por medio de un proceso retardado. Su mente se va llenando gradualmente de ansiedad sobre un objeto, de modo que se dedican a sus quehaceres suspirando sus deseos ante Dios. Como la madre cuyo hijo está enfermo va rondando por la casa suspirando como si su corazón fuera a partirse. Y si es una madre que ora, sus gemidos suben a Dios todo el día. Si sale de la habitación en que está su hijo, su mente sigue todavía allí; y si está durmiendo, sus pensamientos están sobre él, y se despierta sobresaltada en su sueño, pensando que quizá su hijo está muriendo. Toda su mente está absorbida en aquel niño enfermo. Este es el estado de la mente de los cristianos que ofrecen oración que prevalece.

8. El espíritu de aquellos que han estado en aflicción por las almas de otros, me parece a mi, no es diferente de la del apóstol que sufría por las almas, y "deseaba él mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a sus hermanos" (Romanos 9:3). No es distinto tampoco de la del salmista (Salmo 119:53): "El furor se apoderó de mí a causa de los inicuos, que dejan tu ley." (vers. 136): "Ríos de agua descendieron de mis ojos, por los que no guardan tu ley." Ni del profeta Jeremías (4:19): "¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí, no callaré; porque has oído sonido de trompeta, oh, alma mía, pregón de guerra." Y en los capítulos 9:1 y 13:17; y en Isaías 22:4. Leemos de Mardoqueo, cuando vio a su pueblo en peligro de ser destruido con una destrucción eventual (Este 4:1) que "rasgó sus vestidos, se vistió de saco y, cubierto de ceniza, se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor." ¿Y por qué hemos de pensar que las personas no han de desesperarse cuando no pueden tolerar la consideración de la miseria de aquellos que van a la destrucción eterna?

9. Si quieres orar de modo efectivo, tienes que orar mucho. Se dijo del apóstol Santiago que una vez muerto, hallaron que tenía callos en las rodillas, como las rodillas de un camello, de tanto orar. ¡Ah, éste era el secreto del éxito de estos ministros primitivos! ¡Tenían callos en las rodillas!

10. Si intentas orar de modo efectivo, tienes que ofrecerlo en el nombre de Cristo. No puedes presentarte ante Dios en tu propio nombre. No puedes pedir en tus propios méritos. Pero puedes presentarte en un Nombre que siempre es aceptable. Ya sabemos lo que es usar el nombre de otra persona. Si vamos al banco con un talón firmado por un millonario, puedes sacar el dinero como si Io hiciera él mismo. Pues bien, Jesús te da derecho al uso de su nombre. Y cuando oras en el nombre de Cristo, significa que puedes prevalecer como si fuera El mismo, y recibir tanto como Dios daría a Jesús si fuera El quien lo pidiera. Pero has de orar con fe.

11. Estos fuertes deseos que he descrito son los resultados naturales de gran benevolencia y visión clara, respecto al peligro de los pecadores. Es razonable que sea así. Si las mujeres presentes miraran y vieran que su casa está ardiendo y oyeran los gritos de los que están dentro, se desmayarían de horror y agonía. Y nadie se sorprendería, ni dirían que son tontas o locas, por afligirse de tal manera. Es al contrario: todos se extrañarían si no expresaran sus sentimientos así. ¿Por qué, pues, hay que extrañarse si los cristianos sienten lo que he descrito, cuando ven claramente el estado y el peligro de los pecadores? Los que nunca lo han sentido no conocen lo que es la verdadera benevolencia, y su piedad tiene que ser muy superficial. No quiero juzgar severamente, o hablar sin caridad, pero afirmo que esta piedad es superficial. Esto no es crítica, sino la pura verdad.

12. Cuando los cristianos son llevados a extremos, hacen un esfuerzo desesperado, ponen la carga sobre el Señor Jesucristo y, simplemente, confían en El como si fueran niños. Entonces se sienten aliviados, entonces sienten cómo el alma por la que han estado orando está salvada. La carga ha desaparecido, y Dios parece calmar el alma con una dulce seguridad de que la bendición será concedida. A menudo, después de que un cristiano ha pasado esta lucha, esta agonía en oración, y ha obtenido un alivio así, siente afectos celestiales dulcísimos que salen de él: el alma descansa dulce y gloriosamente en Dios, y "se alegra con gozo inefable y glorioso" (1 Pedro 1:8).

13. Estos dolores de nacimiento por las almas crean también un notable lazo de unión entre los cristianos fervientes y los recién convertidos. Los que se convierten son muy caros a los corazones de los que tuvieron este espíritu de oración por ellos. El sentimiento es como el de una madre por su primer hijo. Pablo lo expresa con gran belleza, cuando dice: "Hijitos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto —se habían vuelto atrás, y sufría la agonía de un padre sobre su hijo vagabundo—, estoy de parto por vosotros otra vez hasta que Cristo sea formado en vosotros. "En un avivamiento he notado con frecuencia de qué manera los que tienen el espíritu de oración aman a los recién convertidos. Ya sé que esto es como si hablara de álgebra a aquellos que no lo han sentido.

14. Otra razón por la que Dios requiere esta clase de oración es que es el único modo en que la Iglesia puede ser preparada debidamente para recibir grandes bendiciones sin ser perjudicada por ellas. Cuando la Iglesia está así postrada en el polvo delante de Dios, y está en la profundidad de la agonía en oración, las bendiciones le hacen bien. Mientras que si recibe la bendición sin esta postración profunda del alma, se envanece y se llena de orgullo. Pero así, aumenta su santidad, su amor y su humildad.

15. El siguiente hecho fue contado por un pastor y yo lo oí. Dijo que en cierta ciudad no había habido ningún avivamiento durante muchos años; la iglesia estaba casi extinguida, la juventud eran todos no convertidos, y la desolación era general. Vivía en una parte retirada de la ciudad un anciano, herrero, el cual tartamudeaba tanto, que era penoso escucharle. Un viernes, estando en su fragua, solo, su mente se conmovió por el estado de la iglesia y los impenitentes. Su agonía era tan grande que se vio llevado a dejar su trabajo, cerrar el taller y pasar la tarde en oración.

Prevaleció, y el sábado llamó al pastor y le dijo que convocara una "reunión". Después de algunas dudas el pastor consintió; le hizo notar, sin embargo, al herrero, que temía que asistirían muy pocos. La reunión iba a celebrarse aquella noche en una casa particular grande. Cuando llegó la noche había más gente reunida de la que cabía en la casa. Todos estuvieron silenciosos un rato hasta que un pecador rompió a llorar, y dijo que si alguien podía orar, que orara por él. Otro siguió, y así sucesivamente uno tras otro hasta que había personas procedentes de todos los barrios de la ciudad que estaban bajo una profunda convicción de pecado. Y lo más notable de todo fue que todos coincidieron en dar la hora en que el anciano estaba orando en su taller como la hora en que fueron convictos de pecado. A esto siguió un poderoso avivamiento. Este anciano tartamudo, pues, prevaleció, y como un príncipe tuvo poder ante Dios.