domingo, 1 de julio de 2012

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO EN RELACIÓN CON LA VIDA DEL CREYENTE


La resurrección de Cristo en relación con la vida del creyente
Todos los aspectos de la vida del cristiano dependen del gran acontecimiento de la resurrección de Cristo, según vemos a continuación:

A. La justificación: «Jesús, nuestro Señor, el cual fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación» (Ro. 4:25); o sea, que la perfecta justificación que a favor de los hombres consiguió Cristo en Su muerte expiatoria fue la causa por la que pudo romper los lazos de la muerte y salir a la vida de resurrección.
B. La salvación: «Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Ro. 10:9.10), ya que la resurrección es la consumación de la totalidad de la obra de la Cruz.
C. La regeneración: El apóstol Pedro escribe: «Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos» (1 P. 1:3); pues la resurrección de Cristo es la fuente y el origen de la vida nueva del creyente.
D. El bautismo cristiano, en el cual, después de haber sido sumergido en el agua, el creyente sube de ella y anuncia simbólicamente su identificación con la vida de resurrección del Señor Jesucristo (Col. 2:12; 1 P. 3:21).
E. La vida de fe del creyente fiel, ya que da por muerto todo lo natural para confiar plenamente en Dios «que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro» (véanse los casos típicos de Abraham y Pablo: Ro. 4:17–24; 2 Co. 1:9).
F. La santificación: El apóstol Pablo habla del cristiano como identificado con Cristo en Su muerte y en Su vida gloriosa de resurrección, exhortando a que todos los creyentes consideren este hecho como la única base de separación del pecado. «Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Ro. 6).
G. La resurrección de Cristo es el secreto de toda manifestación del poder divino en el creyente: «… para que sepáis … cual [es] la supereminente grandeza de su poder [de Dios] para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos …» (Ef. 1:18–21 y Fil. 3:10).
H. Nos traslada a las esferas espirituales en solidaridad con Cristo: A los ojos de Dios, lo que Él realizó en la persona de Su Hijo a favor de los hombres es una realidad desde ahora para nosotros los creyentes, de tal manera que Pablo declara: «Dios … nos dio vida juntamente con Cristo … con él nos resucitó, y, asimismo, nos hizo sentar en lugares celestiales con Cristo Jesús» (Ef. 2:4–6 con Col. 3:14).

sábado, 30 de junio de 2012

SIETE CAIDAS DEL CREYENTE


SIETE CAIDAS DEL CREYENTE
Judas 1–25
Esta carta trata de la apostasía de todo tiempo. (2 Timoteo 3:1-5).
Los fieles han sido: 1. Llamados. 2. Santificados. 3. Conservados. (v. 1).
No obstante en Proverbios 24:16, leemos de siete caídas del creyente.

I.     ORGULLO 1 Cor. 10:12
Es el que se admira, se felicita, se congratula de estar en pie.
De no contarse con los que tienen miedo de contaminarse.
Confía en sus propias fuerzas, en su ciencia. (1 Corintios 8:1).
Hay peligros imprevistos: Pablo (2 Corintios 12:10); Pedro (Mat. 26:33-35).

II.     HINCHAZON 1 Tim. 3:6
Un nuevo convertido es cual árbol de poca raíz, no profunda.
El árbol debe crecer en dos direcciones: hacia arriba y hacia abajo. (Marcos 4:16, 17).
Es necesario unir a la conversión el conocimiento práctico.

III.     MAL TESTIMONIO 1 Tim. 3:7
El Diablo de continuo se asoma a las ventanas de la casa.
Trata de enterarse de las faltas del pastor o de otros.

IV.     AMOR AL DINERO 1 Tim. 6:9
No todo lo puede: Se pueden comprar medicamentos pero no la salud.
Se puede comprar comida, pero no apetito; esclavos, pero no amigos.
El dinero en sí no es malo, pero es el amor al dinero el que es malo.
Caerán porque tales riquezas son falsas. (Mateo 6:19-20).

V.     DESOBEDIENCIA Hebreos 4:11
El descanso es ofrecido por fe, podemos entrar inmediatamente.
¿Por qué demoramos? ¿Por qué dar este triste ejemplo?
Somos como Israel en el desierto, dando vueltas sin provecho.

VI.     FALTA DE PALABRA Santiago 5:12
Los que siempre se quejan de otros y de su propia suerte.
Caen en la repugnante costumbre de llamar a Dios por testigo.
Jurar no era malo, pero su frecuencia y abuso hizo que lo fuera. (Mateo 5:33-37).

VII.     FALTA DE AMOR Apocalipsis 2:4
Es el amor de los esponsales (2 Corintios 11:2, 3). Desleales a Jesús.
Las cualidades de este amor son dos: Pureza y Simplicidad.
Tenemos un Dios capaz de guardarnos. (v. 24; Filipenses 1:6; Hechos 20:32).

jueves, 28 de junio de 2012

ADVERTENCIACONTRA LOS FALSOS MAESTROS


ADVERTENCIA CONTRA LOS FALSOS MAESTROS
TEXTO: 2 PEDRO 2
INTRODUCCION: Conozco pastores, que fueron amigos míos, con los cuales teníamos KOINONÍA, y junto con ellos compartíamos las penas del ministerio, y los pequeños triunfos y también el deseo de ver iglesias grandes y prosperadas por el Señor. Junto con ellos nos dábamos consejos, nos compartíamos resultados y estrategias, hasta que de pronto, en el afán de tener la iglesia más grande, en alcanzar las riquezas y el poder ir a las naciones, se olvidaron de la esencia del evangelio de Jesucristo.
Se olvidaron de que los medios establecidos por Dios para el sostenimiento de la iglesia fueron los diezmos, las ofrendas y las semillas voluntarias, la Palabra de Dios es clara en 2 Corintios 9:7 “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”
Esta es la clave de los aportes financieros a la iglesia de Jesucristo y sobretodo en el Nuevo Testamento, yo firmemente creo que es un deber de los hermanos diezmar y ofrendar, pero no creo que sea una obligación. Esa obligación existía para el Antiguo Testamento, pero los cristianos de un lado rechazamos la obligatoriedad del cumplimiento estricto de la ley porque vivimos bajo la gracia, pero por el otro lado en lo que nos conviene queremos sujetar a los hermanos con normas que no aplican para este tiempo.
“Cada uno de cómo propuso en su corazón” Esto verdaderamente significa que es un deber y no una obligación. Un deber porque hay que sostener la iglesia, se pagan arriendos, servicios públicos, nóminas, y se invierte en obra social a favor de todos, por eso es necesario que en cada creyente exista el deseo de apoyar la obra y que el pastor que es responsable de los pagos tenga el remanente necesario para hacerlo. Cuando ese deber es influenciado por los líderes o por el pastor mismo, entonces se pierde el carácter de “propuesta” en el corazón y aunque no parezca se convierte en una obligación y así se pierde de vista el propósito de Dios. Dios no va a sugestionar a nadie ni a sacarle a alguien que no tiene carga por la iglesia el dinero de su bolsillo, por eso cuando en la iglesia hace falta recursos, entonces oramos a Dios paraqué el sea poniendo en el corazón de cada uno bendecir la obra de Dios de acuerdo a como el Señor los ha prosperado.
“No con tristeza ni por necesidad” La tristeza y la necesidad se suceden cuando se obliga o se generan falsas expectativas en los hermanos anunciando profecías falsas, mentirosas con el cuento de que “Dios me dijo” o “así dice el Señor” conozco a gente que hoy anda en el mundo y nada quieren saber de Dios por causa de las profetadas; gente que perdió sus hogares, y si uno le pregunta a los falsos maestros quien se equivocó seguramente dirán “es que al hermano le falto fe” o “está en trato de Dios” o “está en pecado”.
“Dios ama al dador alegre” Dios valora lo que hay en el corazón del hombre, Dios conoce que tanto le va a alcanzar el sueldo y en que lo va a gastar, por lo cual uno debe presupuestar y determinar efectivamente cuales son las prioridades de la familia, para poder ejecutar un plan de inversión, ahí se verá la mano de Dios bendiciendo, prosperando y haciendo que nada le falte a quien actúa organizadamente, pero a una persona irresponsable que se gasta lo del mercado en licor o en parranda, así diezme, nada le garantiza que le va a ir bien, por eso tenemos que ser coherentes en nuestra forma de vivir, es como el que se endeuda para pagar cuotas mensuales superiores a lo que puede pagar, luego quedará en vergüenza, porque es desordenado.

Vv. 1—9. Aunque el camino del error es un camino dañino, muchos son los que siempre están listos para andar por él.—Estos seductores usan palabras fingidas, y engañan los corazones de sus seguidores. Los tales ya están condenados y la ira de Dios está sobre ellos. El método habitual de Dios para proceder se muestra con ejemplos. Los ángeles fueron derribados de toda su gloria y dignidad, por su desobediencia. Si las criaturas pecan, aun en el cielo, deben sufrir en el infierno. El pecado es la obra de las tinieblas, y las tinieblas es la paga del pecado. El que evita que el agua y el fuego dañen a su pueblo, Isaías 53:2, puede destruir también a sus enemigos; ellos nunca están a salvo. —Cuando envía destrucción al impío, Dios manda liberación para el justo. En malas compañías no podemos obtener sino culpa o tristeza. Que los pecados de los demás sean tribulación para nosotros. Pero es posible que los hijos del Señor vivan entre los más profanos, pero retengan su integridad; hay más poder en la gracia de Cristo y su morada en ellos que en las tentaciones de Satanás, o que en el ejemplo del malo, con todos sus terrores o seducciones. En nuestras intenciones e inclinaciones a cometer pecado podemos encontrarnos con raros impedimentos, si los notamos. Cuando pretendemos hacer el mal, Dios envía muchos estorbos para detenernos, como diciendo: Cuidado con lo que hacéis. —Su sabiduría y poder lograrán con toda seguridad los propósitos de su amor, y los compromisos de su verdad; aunque los impíos suelen escapar del sufrimiento aquí, es porque son conservados para el día del juicio, cuando serán castigados con el diablo y sus ángeles.
Vv. 10—16. Los seductores impuros y sus seguidores incondicionales se entregan a sus propósitos carnales. Rehúsan llevar cautivo cada pensamiento a la obediencia a Cristo, actúan contra los preceptos justos de Dios. Andan en pos de la carne, van por rumbos pecaminosos y alcanzan los mayores grados de impureza y maldad. Además, desprecian a los que Dios ha puesto en autoridad sobre ellos, y a quienes requiere que honren. —Las cosas temporales externas y buenas son la paga que los pecadores esperan y se prometen a sí mismos. Nadie tiene más razón para temblar que los que son osados para entregarse a sus lujurias pecaminosas, por presumir de la gracia y la misericordia divina. Ha habido muchos y hay, que hablan a la ligera de las restricciones de la ley de Dios y no se consideran obligados a obedecerla. Que los cristianos se aparten de los tales.
Vv. 17—22. La palabra de verdad es el agua de vida que refresca las almas que la reciben, pero los engañadores diseminan y promueven el error, y quedan vacíos porque no hay verdad en ellos. Como las nubes impiden el paso de la luz del sol, así estos oscurecen el consejo con palabras en que no hay verdad. Viendo que tales hombres aumentan las tinieblas en este mundo, es muy justo que la neblina de las tinieblas sea su porción en el venidero. En medio de su hablar de libertad, estos hombres son los esclavos más viles; sus propias lujurias ganan la victoria absoluta sobre ellos, y en realidad están esclavizados. Cuando los hombres están enredados, los vencen con facilidad; por tanto, los cristianos deben mantenerse cerca de la palabra de Dios y velar contra todos los que procuren confundirlos. —El estado de apostasía es peor que el estado de ignorancia. Dar un mal informe sobre el buen camino de Dios, y una falsa acusación contra el camino de la verdad debe exponer a la condenación más pesada. ¡Qué temible es el estado aquí descrito! Pero aunque tal caso sea deplorable, no está totalmente desprovisto de esperanza; el leproso puede ser limpiado y hasta el muerto puede ser resucitado. ¿Te causa pesar tu desvío? Cree en el Señor Jesús y serás salvo.

miércoles, 27 de junio de 2012

EL EVANGELIO SEGUN SAN YO

Por: Freddy W. Cervantes, Siervo de JESUCRISTO.
Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. (2Corintios 4:5)

Introducción
Hoy por hoy a través de los medios de comunicación, y aún desde los púlpitos, se ve y escucha a supuestos predicadores, proclamando el título jerárquico que poseen. Por ejemplo ¿A cuántos? Escuchamos decir: “Yo soy el ungidísimo apóstol, profeta baja fuego, maestro de indoctos, doctor en divinidades, ministro de alabanza profético a las naciones, la revelación del momento, y cosas así por el estilo.” Indiscutiblemente muchos son los que hoy en día se atreven a hacer alarde de títulos que deberían ser dedicados únicamente a Dios:
Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. (Mateo 23:8-10).
Otros a diferencia de los antes mencionados, alardeando repito, se dedican a predicar su amplio historial “ministerial”, por decir los milagros que realizan, las continuas revelaciones que tienen, las actividades, el progreso y la fama de su “ministerio”, lo apretado de su agenda, la tremenda “unción” que habita en ellos, los demonios que echan fuera, la amenaza que representan aún para el mismísimo infierno, en fin las predicaciones de ahora aunque no todas pero si una gran parte de ellas, exaltan en una forma desmedida a iglesias, letreros, misiones, ministerios, concilios, hombres y no al objeto principal de esta, la persona y obra del Señor Jesucristo el cual derramó hasta la última gota de su preciosísima sangre en la cruz del calvario para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.
Esta es la razón por la que me urge compartirles tres principios indispensables que todo buen predicador debe tener en cuenta a la hora de exponer la Palabra De Dios a los creyentes o a los incrédulos.
Notemos en primer lugar lo que dijo Pablo a los corintios:

I. “Porque no nos predicamos a nosotros mismos…” (V. 5[a]).
Aquí habla de la prohibición del predicador. Como tal, Pablo se negó a predicar asimismo sus palabras y hechos, sabiendo que le estaba y está terminantemente prohibido a todo predicador hacer semejante barbarie.
Y he aquí 3 razones para no predicarse a sí mismo.

a) Primera razón: Un buen predicador o heraldo de la Palabra de Dios, no busca gloria de los hombres de este mundo, la rechaza contundentemente. “…ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros…” (1Tesalonicenses. 2:6). Muchos de estos tipejos de la predicación moderna, cuando abren su boca lo hacen con el propósito de recibir el aplauso y la alabanza de los hombres, más Jesús hablando de los que hacen tales cosas dijo estas palabras: “…les aseguro que ellos ya tienen su recompensa...” (Mateo 6:2, 5, 16).
Aquí la palabra recompensa es un término comercial y significa pagado por completo, en otras palabras si el individuo predica para que los hombres lo vean, lo verán y ya, eso fue todo, no recibirá nada más, ya se le pagó en total. Uno de los atributos morales de Dios es la justicia, por medio de la cual el premia o castiga al hombre según sea su obra.
Por eso: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.”(Mateo 6:1).
No es el acto de predicar lo que Dios condena, entiéndase bien, sino el motivo por el que se predica. Y si nuestra motivación es la notoriedad (ser vistos por los hombres), entonces esta será la única recompensa que recibamos, Dios no recompensará jamás la hipocresía.

b) Segunda razón: Un buen predicador no predica su propio evangelio.
“Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina.” (1Timoteo 1:3).
A pesar de la seriedad con que se hizo esta prohibición, la predicación de otro evangelio en los medios cristianos es evidente, y esto entre los hombres de Dios, es causa de asombro. Pablo con relación a este hecho lamentable, con celo de Dios, pudo decir: ¡Estoy maravillado! Del mismo modo, nosotros que contendemos ardientemente por la fe que una vez nos fue dada, nos maravillamos. Nos maravillamos al ver lo que está sucediendo últimamente en el seno eclesial, nos maravillamos al ver a predicadores como Cash Luna haciendo declaraciones tan aberrantes, nos maravillamos al ver a Guillermo Maldonado autoproclamándose “maestro” de los gentiles, nos maravillamos al oír a un falso profeta como Rony Chaves nombrándose “apóstol” de apóstoles, nos maravillamos al oír a Cesar Castellano, Ana Méndez, Adrián Amado y a una sarta de lobos rapaces vestidos de ovejas, presentándose a sus víctimas como “escogidos de Dios” para provocar según ellos un “avivamiento” que sacudirá tremendamente a las naciones del mundo entero.
Para aquellos “…que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y el mal [Cristianos maduros en la fe].” (Hebreos 5:14). Les pregunto ¿No les sabe esto a otro evangelio? Efectivamente EL “EVANGELIO” SEGÚN SAN “YO”, el evangelio que está de moda en muchos púlpitos llamados cristianos, ya no es el evangelio según san Mateo, Marcos, Lucas y Juan los cuales relatan las obras portentosas de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, ahora es el evangelio que habla únicamente de las obras del predicador, el evangelio egocéntrico, el evangelio que no toma en cuenta a Dios sino al hombre, el evangelio que niega abiertamente a Dios el único soberano y a nuestro Señor Jesucristo. Esa es la clase de evangelio que nos están predicando en esos famosos congresillos “apostólicos” y “proféticos” estos que dicen representar a Dios, un evangelio paupérrimo, un evangelio mísero que en nada absolutamente en nada aprovecha a los creyentes, peor a los incrédulos. Al contrario los conduce más y más a la impiedad y en el peor de los casos hasta el mismísimo infierno.
Para vergüenza del cristianismo primitivo la iglesia del Señor está plagada de falsos predicadores y por consiguiente de falsas predicaciones, y esto es así porque se ha corrompido el sentido puro y sano de la predicación (Gálatas 1:7), la cual no es otra cosa que dar un mensaje de parte de Dios. Dios emite el mensaje, el hombre recepta dicho mensaje. El predicador por decirlo así es un mensajero con la tarea de dar a otros el mensaje que Dios le ha dado; pero cuando este hace a un lado a Dios, y se predica a sí mismo, hablando de sus hechos y experiencias a expensas de los dichos y hechos de Dios, corre el grave peligro de predicar su propio evangelio. Y toda predicación carente de Dios, es decir que no provenga de él, es simplemente ¡Voz de hombre y no de Dios! (Hechos 12:22).

c) Tercera razón: Un buen predicador no acarrea, evita la maldición divina:
“Más si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.
Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.”(Gálatas 1:8-9).
Ay del predicador que se atreva a predicar “otro” evangelio, distinto al único y verdadero evangelio predicado por Cristo y sus apóstoles, más le valdría no haber nacido. Porque de cierto os digo, que el tal, caerá, ineludiblemente bajo la maldición divina, su atrevimiento no quedará en la impunidad, Dios lo castigará con la dureza que el caso merece: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” (Apocalipsis 22:18-19).
“No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella…” (Deuteronomio 4:2).
“No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, Y seas hallado mentiroso.” (Proverbios 30:6).

Predicadores, si en algo valoramos nuestras almas, prestemos atención al castigo, y a quien lo establece.